Disculpe
si mis ansias van lentas,
me desacelero por prudencia
antes que desborde la luna.
Y no es que no lo reconozca,
soy un libro entre sus manos
de hojas abiertas.
Es que quiero desandar el tiempo
risueña en sus esquinas, si me deja,
que disfrute el aroma de mis manzanas
y hasta el trigo de mi cesta.
Llevar el cabello prolijamente trenzado
que ni una arruga en mi falda aparezca inquieta
¿o tal vez prefiera que deje hacer al viento
y lo abrace tal cual soy con mi naturaleza expuesta?
Disculpe mi impulso
tal vez no deba...
es hora de oración
y las campanas se quejan.
¡Me está llamando mi madre...!
¡Ay! ¡Disculpe señor!
¡tal vez no deba...!
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