Ábreme las puertas del alma
¡estoy tan lejos...!
errando por suburbios
y aires de media hora.
Tráeme de vuelta a casa
despiértame los campanarios
y róbame las voces que hagan falta
detrás de las palomas.
Recuéstate en mi boca
enséñame a besar de nuevo
a rozarte rozándome sin dar tregua.
La nostalgia es un mar de óxido que se agiganta.
Nada hay más frágil que renacer
ni nada tan necesario.
Tu ausencia me dejó hecha espalda sin ojos
y ando en silencio sin oir caer el otoño
que mueve y remueve con sus hojas
la larga incertidumbre de la vereda.
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