Irrumpe un temblor agudo
deshabituado al abrazo
de una noche empecinada.
Tijera que corta el viento,
tintineo de papel,
susto de pañuelo.
Un hielo desarticulado
pende de los extremos
de las estrellas y de las hojas
sin ser invierno todavía.
Tartamudo no claudica
tiemblo
tiemblo
tiemblo.
Porque
conociéndome
sabe
que
no es el sauce
ni es el río
ni es verano
ni el amor mío.
.
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