Ámbar de mis noches,
madrigal de Palestrina.
Tú que comprendes mis vocales invertidas
y me siembras de tupidos bosques los hombros
cada vez que besas la copa de esos robles
alborotando de anhelos las ramas mías.
A tí que caminas con suelas peregrinas
ésta vereda que te nombra sin esquinas
no me faltes que sé de ausencias sin retorno
como de las presencias que no alcanzan, tibias.
Amo tu sutileza de reloj de arena
acercándome a cosechar tu herboristería
el mentol que enfiesta mis valles de gaviota
tus flores de tilo frescas, tus manzanillas.
Paso a paso se van desgranando secretos
como trozos de vitroux entre sábanas finas
tus besos llovidos llegan en su cordaje
a desandar toda mi noche amanecida.
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